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Lula y Bolsonaro en el tablero comercial de Trump
En un movimiento que impacta el contexto regional, Estados Unidos elevó en agosto los aranceles a Brasil al 50%, sumando presión sobre un socio clave y profundizando las tensiones comerciales que marcan el segundo mandato de Trump. El hecho se suma a una larga lista de casos en los que Estados Unidos incrementó de manera unilateral los gravámenes a las importaciones.
Según el discurso oficial, la motivación principal de estas medidas es reducir el déficit comercial y reindustrializar el país. Estados Unidos es el principal importador del mundo y, según el Council on Foreign Relations, su balanza comercial es deficitaria desde hace más de 40 años. Trump afirma que la causa fundamental de esta situación es el esquema de comercio desigual sostenido en base a aranceles bajos y acuerdos preferenciales.
El endurecimiento de las tarifas afecta a una amplia variedad de productos estratégicos que Estados Unidos importa de Brasil. Algunos como la carne, la soja, el café y el azúcar son parte esencial de las cadenas de suministro. A pesar del discurso proteccionista con el que Trump justifica estas medidas, un eventual encarecimiento de las importaciones podría incrementar los precios de estos productos de consumo masivo y afectar al mercado interno estadounidense.
Sin embargo, además de los intereses económicos, también aparecen factores políticos. El propio Trump señaló que el aumento a Brasil fue una respuesta a la “persecución” judicial contra Jair Bolsonaro, sentenciado el 11 de septiembre a más de 27 años de prisión por el intento de golpe de 2022. El expresidente mantiene una relación política y personal estrecha con el mandatario norteamericano.
En Brasil, la reacción fue inmediata. Luiz Inácio Lula da Silva calificó la medida como una violación a la soberanía nacional y rechazó “que nadie fuera de Brasil se entrometa en nuestros problemas internos”. Aunque reiteró su disposición a negociar sobre comercio, adoptó un discurso nacionalista que fortaleció su liderazgo.
De acuerdo con la consultora Genial/Quaest, en agosto la aprobación del gobierno de Lula ascendió al 46%, frente al 40% de mayo, lo que lo perfila con mayor solidez de cara a las elecciones presidenciales del próximo año. En paralelo, la desaprobación cayó seis puntos. Esta reconfiguración del humor social coincidió con la decisión estadounidense de elevar los aranceles sobre productos brasileños.
En las mediciones de intención de voto, el actual presidente apareció al frente en cualquier escenario, mientras que Bolsonaro permanece estancado. La imagen del expresidente se resintió, cada vez más vinculada a las tensiones derivadas de la política comercial de Washington.
En este contexto, la presión de la potencia norteamericana no solo impacta en la política interna brasileña, sino que podría empujar a Lula a reposicionar sus exportaciones y consolidar su relación con otros socios, especialmente China. El gigante asiático viene demostrando su interés en la región mediante la búsqueda de acuerdos comerciales y el desarrollo de proyectos de inversión. Estas medidas arancelarias podrían contribuir a un mayor protagonismo chino en Latinoamérica o a debilitar la influencia norteamericana.
Aranceles como herramienta de política exterior
El episodio brasileño no es aislado, sino que refleja una estrategia más amplia de Trump de usar la política arancelaria como herramienta de presión internacional. Al igual que con Brasil, Washington apuntó también a otras regiones. En varios casos, las tarifas se usaron como instrumento político más que de regulación comercial. A principios de año, Trump amenazó con aranceles del 50% a Europa, que finalmente quedaron en 15% tras un acuerdo en la OTAN en junio, donde los países europeos se comprometieron a aumentar su presupuesto de defensa. Con México ocurrió algo similar: tras la amenaza de sanciones, reforzó controles migratorios y fronterizos.
La semana pasada, Trump volvió a redoblar la presión. Según funcionarios europeos y reportes diplomáticos, instó a la UE a aplicar aranceles de hasta el 100% sobre productos de China e India y a reducir las compras de petróleo ruso. Analistas interpretan que busca presionar a Moscú y vulnerar sus finanzas. Al mismo tiempo, estaría intentando alinear a sus aliados europeos tras su estrategia respecto de la guerra ruso-ucraniana.
Este uso de la política comercial como herramienta de disuasión y negociación refleja la intención de Washington no solo de reequilibrar la balanza comercial de EE. UU., sino también de reconfigurar el tablero geopolítico en su favor. Según especialistas, esta situación podría generar efectos ambiguos. Por un lado, es posible que esta nueva estrategia sirva para forzar a aliados y rivales a ajustarse a su agenda, y obtener concesiones que favorezcan a los intereses estadounidenses. Sin embargo, también podría acelerar la coordinación de potencias no occidentales, fortaleciendo foros como el BRICS o la Organización de Cooperación de Shanghái, que desafíen la influencia política y económica global de EE. UU.
De cualquier modo, es probable que la incertidumbre tarifaria genere profundos dilemas para un gran número de países y bloques regionales. El Consejo Argentino de Relaciones Internacionales destaca que este contexto “obliga a reformular el Mercosur, particularmente, su arancel externo común”. A su vez, podrían producirse nuevas tensiones en el bloque ante la existencia de posturas contrapuestas. Los gobiernos de Lula y de Javier Milei -más cercano políticamente a Washington- podrían enfrentar dificultades para conciliar intereses comunes.
Además, el CARI también advierte sobre las dificultades que esto podría presentar para nuestro país: una posible reducción en las exportaciones argentinas, sumado a una situación interna vulnerable y un entorno global más competitivo. En general, las economías emergentes podrían enfrentar mayores desafíos para mantener su participación en el mercado internacional.
A fin de cuentas, la nueva estrategia de Trump se ve condicionada tanto por repercusiones internacionales como por factores domésticos. En última instancia, su viabilidad dependerá de la capacidad de Trump para sortear las múltiples tensiones y demostrar que su apuesta comercial puede traducirse en beneficios concretos para los intereses estadounidenses.
Referencias
La Nación. (2025, 7 de septiembre). Elecciones en la provincia de Buenos Aires: Mapa de resultados por secciones y por municipios. La Nación. https://www.lanacion.com.ar/politica/resultados-de-las-elecciones-en-buenos-aires-2025-mapa-de-resultados-por-secciones-y-municipios-nid07092025/
Chequeado. (2025, 8 de septiembre). El peronismo le gana por más de 13 puntos al gobierno nacional en las elecciones de la Provincia de Buenos Aires. Chequeado.